lunes, 4 de enero de 2010

crónica de un amanecer sin ella

se va cómo cuando el amanecer apaga todas
y cada una de las estrellas en el firmamento.
borra mis sueños, mis esperanzas, mis ganas de vivir...

se levanta del campo de batalla dónde hicimos el amor,
peinó su cabellera rizada, y me presumió su espalda como resultado
de la victoria que acuñó cuando le entregué mi alma.
mi símbolo de rendicíon no fue un pañuelo blanco
sino un corazón al rojo vivo, que gritaba su nombre trás el eco
de mis ilusiones.

La vi partir de madrugada, de día, al atardecer, no recuerdo ya.
se fue y ese es el punto.
no volveré a tenerla entre las manos, ni entre mis sábanas.
me duele más su lejanía, que los surcos que dejaron sus uñas sobre mi cuerpo.

se marchó sombría, fría y apagada.
pareciera que el dinero que le dí,
no bastó para que empotrará en el rostro una sonrisa.
esos labios carmesí, no me dijeron te quiero,
ni me besaron, ni se acomodaron en mi cuello cuando lo necesité.
Eso no venía estipulado en el contrato verbal que entablamos.

Se marchó y no supe su nombre, quizá lo dijo entre líneas
mientras fingía su primer orgasmo, o el segundo, o incluso el tercero.
o cuando vio los billetes, o el reloj anunciando la hora de su partida.

y qué mas da que la haya contemplado desnuda,
que haya sido romántico, que la haya visto dormir...
no imoprtó de nada...
cómo se haberme enamorado de ella, hubiera sido parte del trato...

pero no fue así, me dijo quinientos, y le di mi vida,
ofrecí ochocientos y los aceptó sin demora.
Todo mi capital por verla conmigo media hora más,
en la queimaginaría que ella es la madre de mis hijos
la compañera ideal, la abuela de nuestros nietos,
la esposa, la amante, la mujer, la incondicional...

Tomó sus cosas del buró, junto a la lámpara que le pedía a gritos
que dejara un poco de ella para soportar la agonía de la soledad,
nunca hubo respuesta.

Se colocó el sujetador que con ternura le arrebaté, se entalló las medias
y se puso el vestido azul que tanto me gustó...
subió sus pantaletas en la última estocada a mi difunta ánima, y cerró la puerta.

De nada sirvió estar con ella, ni el estúpido placer que me brindaron sus caricias
se comparan con el calor que rozar su mente provocaba. se marchó y
se fue con el primer rayo de sol, con el cantó de los pájaros,
con mi vida entre los sucios billetes,
con mi esencia entre sus pechos, y mi tragedia entre gemidos.

Se marchó la prostituta, la ramera, la esquinera, la zorra, la insensible,
la insensata, la que me llenó de dolor, de ausencia, de frío, de sombras,
la que amé por cuatro horas, la imperfecta, la burrasca, la tempestad,
se fue ella...

y mientras me visto con máscaras y oculto la agonía, volteo al espacio donde
dejó su aroma, y me pregunto: ¿ahora de quién me enamoraré por cuatro horas?
De ti... no de ti no, será de alguien más, quizá... que no cobre tanto...No. No dinero,
que no cobre tantas gotas de alma, que hoy. he quedado seco.

Rob Cruzzó.









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