jueves, 31 de marzo de 2011

Por si lo lees

Esto no es una carta de despedida
ni una esquela pidiéndote que vuelvas,
mucho menos es un escrito para desgarrarme el alma.

Esto es... no sé que sea, pero de algo estoy seguro,
después de todo lo que pasó, de toda la tempestad,
necesito ofrecerte una disculpa por lo que te dije,
que aunque ya no cambiará las cosas, quiero que leas.

A veces la furia nos hace decir cosas que sentimos ipso facto,
que no reflexionamos, llamas de algo que fallece...
así le pasó a lo nuestro, así me sucedió contigo, y exploté.

Y aunque dicho está, quiero que sepas que no lo merecías
que todas esas palabras lascivas no te iban,
no te correspondían, pero mi cólera fue más
y mi inmadurez, y mi cobardía...

Y no puedo dormir tranquilo con este peso,
porque aunque la balanza esté mal inclinada,
me hace sentir mal, no ser yo, no cumplir mi promesa,
el respetarte se quedó atrás, muy lejos...

Tiene tu nombre esta serie de sílabas discordantes,
de palabras tristes, de tristeza inmediata,
porque te quise y mucho, y no era el final que merecíamos
y no debiste leer mi más baja pasión gritándote.

DIcen que no es bueno arrepentirse,
y tal vez esto no sea un arrepentimiento como tal,
pero debo de admitir mi error;
sí un día lees esto, o te lo hacen llegar
sólo podré decirte que con el corazón en la mano,
con este corazón maltrecho,
pido el pronto olvido de ese incidente, aunque con él me olvides.

Te quise.




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